Examine Este Informe sobre iglesia en la comuna del bosque

Según la doctrina católica, la Salvación del alma se obtiene por medio de la Confianza en Dios y de las buenas obras, lo que constituye un punto diferencial clave con otros grupos cristianos como los Protestantes y Evangélicos, los cuales predican que solamente la Certidumbre en Cristo es necesaria para la salvación del alma, siendo las obras una consecuencia de esta.

Es una teoría enteramente nueva respecto a la constitución de la Iglesia, que es rechazada tanto por la Iglesia Católica como por la Griega. Ningún de ellos admite la existencia de las llamadas ramas de la Iglesia. Los cismáticos griegos, no menos que los católicos, afirman que ellos, y solamente ellos, constituyen la Iglesia. Adicionalmente la viejoía del colectivo anglicano rechaza esta teoría. No es sino la creencia de una escuela, aunque sea distinguida. Es casi una reductio ad absurdum el que se nos pida creer que una sola escuela de una secta particular es la única depositaria de la verdadera teoría de la Iglesia. Es enteramente indefendible la afirmación hecha por muchos anglicanos de que no hay nulo en su posición contrario a la tradición eclesiástica y patrística. Los Padres usaron contra los donatistas argumentos exactamente aplicables a su caso. Se sabe por la “Panegírico” que la ejemplar demostración de este punto por el cardenal Wiseman fue uno de los factores principales que produjeron la conversión de Newman. En la controversia con los donatistas, San Agustín tiene por suficiente para su propósito alegar que los que se separan de la Iglesia Universal no pueden tener razón. Para él es una simple cuestión de hecho. ¿Están los donatistas separados del abultado de los cristianos, o no? Si lo están, ninguna argumento de su causa puede absolverles de la acusación de cisma. “Securus judicat orbis terrarum bonos non esse qui se dividunt ab orbe terrarum in quâcunque parte orbis terrarum” (El mundo inalterable juzga con seguridad que no son buenos los que se separan del mundo firme en cualquier parte del mundo inalterable---Agustín, Contra epist.

Hay dos sociedades que son perfectas: la Iglesia y el Estado. El fin del Estado es el bienestar temporal de la comunidad. Investigación hacer efectivas las condiciones que se requieren para que sus miembros sean capaces de alcanzar la prosperidad temporal. Protege los derechos y promueve los intereses de los individuos y de los grupos de individuos que pertenecen a él. Todas las demás sociedades que pretenden de alguna guisa un perfectamente temporal son necesariamente imperfectas. O bien existen en último término para el acertadamente del propio Estado; o, si su finalidad es el provecho íntimo, secreto, individual, reservado, personal, de algunos de sus miembros, el Estado debe concederles autorización, y protegerlas en el prueba de sus diversas funciones. Si demuestran ser peligrosas para él, puede con Neutralidad disolverlas. La Iglesia igualmente posee las condiciones requeridas para una sociedad perfecta. Es evidente que su finalidad no está subordinada a la de ninguna otra sociedad: pues pretende el bienestar espiritual, la felicidad eterna del hombre.

Esta es la finalidad suprema que una sociedad puede tener; no es ciertamente una finalidad subordinada a la felicidad temporal pretendida por el estado. Adicionalmente la Iglesia no depende del permiso del Estado para ganar su fin. Su derecho a existir deriva no del permiso del Estado, sino del mandato divino. Su derecho a predicar el Evangelio, a gobernar los sacramentos, a cultivar jurisdicción sobre sus súbditos, no está condicionado a la autorización del gobierno civil. Ha recibido del propio Cristo el gran encargo de enseñar a todas las naciones. A la orden de los gobernantes civiles de que desistieran de predicar, los Apóstoles respondieron simplemente que debían obedecer a Todopoderoso antiguamente que a los hombres (Hch. 5,29). Cierta cantidad de fondos temporales es, realmente, necesaria a la Iglesia para posibilitarle llevar a agarradera la tarea a ella confiada. El estado no puede con Imparcialidad prohibirle que reciba estos por las donaciones de los fieles. Aquellos cuyo deber es conquistar un cierto fin tienen derecho a poseer los medios necesarios para sufrir a agarradera su tarea.

La doctrina de la Iglesia se resume en la imitación de Jesús. Esta imitación se expresa en buenas obras, en abnegación, en simpatía a los que sufren, y especialmente en la actos de los tres consejos evangélicos de perfección: pobreza voluntaria, castidad, y obediencia. El ideal que la Iglesia nos propone es un ideal divino. Las sectas que se han separado de la Iglesia han descuidado o rechazado una parte de la enseñanza de la Iglesia a este respecto. Los reformadores del siglo XVI llegaron hasta a negar del todo el valor de las buenas obras. Aunque la veteranoía de sus seguidores han desaseado esta doctrina anticristiana, incluso ahora los protestantes consideran una alienación la autorrenuncia (el “niégate a ti mismo”) del estado religioso. Incluso el mundo fuera de la Iglesia reconoce la santidad de su culto. En la solemne renovación del Sacrificio del Calvario reside un misterioso poder, que todos se ven forzados a confesar.

En el cristianismo, la Iglesia es entendida como una comunidad espiritual que reúne a los fieles que profesan comunidad la misma doctrina, celebran los mismos sacramentos y siguen una estructura religiosa popular.

La Iglesia católica ha recibido críticas por la supresión violenta de otros cultos y de la herejía a lo amplio de las Edades Media y Moderna, en particular por parte de la Inquisición.

Cuando singular se pregunta qué es este reino del que Cristo habló, sólo puede suceder una respuesta. Es su Iglesia, la sociedad de los que aceptan su representación divina, y admiten su derecho a la obediencia de fe que Él reclamó. Toda su actividad está dirigida al establecimiento de tal sociedad: la organiza y nombra a sus gobernantes, establece ritos y ceremonias en ella, traslada a ella el nombre que hasta entonces había designado a la Iglesia Haba., y advierte solemnemente a los judíos que el reino luego no es suyo, sino que se les ha quitado y poliedro a otro pueblo. Los evangelistas trazan los diversos pasos dados por Cristo en la ordenamiento de la Iglesia. Se le presenta como reuniendo a numerosos discípulos, aunque seleccionando doce de ellos para ser sus compañeros de forma peculiar, los cuales comparten su vida.

Otro dogma sobresaliente en la Iglesia católica es la creencia en la presencia Positivo de Jesucristo en la Eucaristía, en que mediante el cambio que es llamado transubstanciación el pan y el vino presentados en el Ara se convierten en el cuerpo y en la sangre de Cristo.[53]​

Bautismo: Es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos.

Son consideradas iglesias sui iuris y están en un plano de igualdad con el rito latino, como afirmó el Concilio Vaticano II a través del documento Orientalium Ecclesiarum. Los fieles de estas iglesias están fuera de las jurisdicciones de los obispos latinos, excepto en los casos en los que no tengan una jurisdicción propia.

El gobierno de la Iglesia católica reside en los obispos considerados como colegio cuya inicio es el obispo de Roma, el papa. La potestad de este colegio sobre la Iglesia en su totalidad se ejerce de modo solemne en el concilio ecuménico, asamblea de todos los obispos del mundo presidida por el papa, que es convocado cuando hay que tomar las decisiones más importantes, en materia de Convicción (dogmas), de moral o por otras razones pastorales.

Hace poco, me dijo una amiga, que desde que se cambió de la Iglesia Católica a otra distinta, vive mejor y hace más cosas buenas, y hasta ha acabado deshacerse de vicios. Podemos con esto concluir que en muchas otras "iglesias" (recuerda que es el cuerpo espiritual de Cristo, y ni modo que tuviera varios cuerpos) poco bueno debe acaecer, y si aunque sea eso bueno se vive, se pueden conquistar buenas cosas; pero es necesario hacer notar que si ella hubiera vivido todo lo bueno que tiene nuestra Iglesia, simplemente llegaría a niveles como el de la Madre Teresa de Calcuta: a la santidad.

El sucesor se elige en un cónclave, una reunión en que los cardenales debaten en completo aislamiento con el foráneo.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *